JULIUS ROBERT VON MAYER (1814 - 1878)
Físico y médico alemán a partir de cuyos trabajos quedó demostrada la ley de conservación de la energía. Mayer tiene la incuestionable prioridad de la idea, expuesta en 1842 en un trabajo titulado “Observaciones acerca de las fuerzas de la naturaleza inanimada”. En febrero de 1840 se embarca en un viaje a Indonesia. Al llegar tiene que hacer extracciones de sangre a algunos tripulantes y su observación le causa sorpresa: la sangre venosa es más roja en el trópico que en zonas templadas. Mayer explicó este hecho diciendo que al ser la temperatura ambiente más elevada, el cuerpo no necesita de una combustión tan intensa como en latitudes donde predominan temperaturas más bajas. Por eso, en un clima cálido la sangre venosa contiene una proporción de oxígeno no utilizado que le da una tonalidad rojo brillante. Así, llegó a vincular dos aspectos aparentemente tan separados hasta entonces como el calor (energía térmica) y el trabajo. Convirtió al trabajo y el calor, en dos caras de una misma moneda, transformables uno en otro.
Escribió un trabajo científico sobre la modificación del metabolismo humano bajo la acción de altas temperaturas. Al regresar a Alemania, Mayer envió una exposición de su descubrimiento al director de la revista Anales de Física en julio de 1842. Su trabajo fue ignorado y es encontrado décadas después. Durante ese tiempo Mayer perfeccionó y publicó nuevamente su trabajo. En 1846 presenta un trabajo dedicado a los efectos eléctricos y biológicos, en el que enuncia el Principio de conservación y transformación de la energía: “Las formas de energía pasan por perpetuas metamorfosis, sólo su cantidad permanece constante a través de todos los cambios”.
Las ideas de Mayer tuvieron como freno la indiferencia e incomprensión de parte de los físicos. El reconocimiento de su autoría en el descubrimiento del Principio que rige la conservación y transformación de la energía le fue negado, incluso cuando este Principio comienza a ganar notoriedad a partir de los trabajos de Helmholtz y James Joule. Intentó suicidarse por la vergüenza que sentía al ser considerado un oportunista que tomaba para si los méritos de otros. Fue encerrado en un manicomio por dos años y solo al final de su vida pudo experimentar la satisfacción del reconocimiento de su labor científica.